lunes, 28 de septiembre de 2009

Trueque


-El trueque es una forma excelente de intercambio -me explica Juan-. La persona te da algo de sí misma y no tiene que desembolsar dinero.
Me imaginaba nuestra sociedad actual usando más esta forma de intercambio, cómo sería... así que le propuse un trueque.

-¿Qué tal si me enseñás a cocinar platos colombianos y yo te llevo licores caseros? -le dije, tratando de aplicar el concepto.
-¡Ahí va!, a eso me refería -me contestó-. El trueque es así, auténtico y cada transacción es única.

Me preguntaba si podría practicar el trueque para aprender a bailar salsa o cocina de otros países a cambio de mis licores... ¡no es mala idea! 

sábado, 19 de septiembre de 2009

Ternura



No me acuerdo cuando conocí a Aida, mi vecina de enfrente, porque cuando nací ella había criado allí a sus hijos. Solían llamarla Beba, supongo que por su personalidad de ternura desbordante. Ella es una mujer mayor, de cara redonda y un espíritu joven admirable. Es la abuelita ideal que cualquier niño quisiera tener: cocinaba tortas deliciosas, mermeladas y preparaciones engordantes para nosotros y sus nietos. Lo más divertido eran las tardes de los sábados de mi niñez, en su hamaca de jardín, hermoso jardín cubierto de flores y parras, mirando dibujos animados y degustando sus delicias...

-Adiós -suele decirme cuando me ve desde la puerta de su casa- vení, vení que te tengo que contar algo -con ademanes lentos para que cruce a su casa. Su sonrisa pícara anticipa un historia nueva. Ah sí, ella está al día de los amoríos del doctor, o de la peluquera, o de los señores respetables que se reunen a leer el diario en el club. En actualidad vecinal, ella está al día.

A veces la veo cuando voy a mi ciudad natal, conversando con alguna vecina/amiga de la nieta o cuñada de la tía de la vecina del hermano. Ella tiene un cuento que "tenés que enterarte". Extraño mucho a Beba de verdad. Beba caminando a paso lento como al vaivén de un barco a la deriva. Beba de mis memorias infantiles, Beba que compartes tu alegría con los niños y con la primer persona que lo desee.
Ella aún me invita dos veces al año a probar alguna nueva especialidad casera, sólo tengo que disponer de dos horas, al menos, para visitarla.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Una valija con alma



Daniela me recibió toda risueña en su casa, encantada de mostrarme fotos de su casamiento. Se la veía muy divertida rememorando los días en que conoció a su esposo. "En el primer día de noviazgo Alfredo me dijo que íbamos a tener muchos hijos", se reía, confesando que hoy en día tendría que haberse asustado un poquito, ya que tenía quince años en ese entonces. "Y así vinieron uno atrás de otro como botón de chaleco", se reía Daniela, mostrándome una foto de sus diez hijos. Ella recuerda cuando sus mayores eran pequeños, Daniela aún estudiaba y trabajaba después de que se recibió.
A su edad me encantaría ser como ella, con 48 años tiene una cara luminosa y una sonrisa joven. Además de conservar la línea perfectamente sin clínicas estéticas, a pesar de la numerosa producción filial. Recuerdo lo que aconsejó a las parejas jóvenes: "El matrimonio es sacar cosas de la valija de cada uno para armar una en conjunto".

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Alejandro Magno



Hoy tuve que escribirle a Alejandro. Es un chico de 14 años que vive en el asentamiento 3 de Enero. Hace aproximadamente tres años que se le construyó una vivienda de emergencia a él y a su madre. El año pasado me tocó compartir la mesa con él y la consigna era hacer un resumen de nuestra vida ante el grupo para conocernos un poco más. Él esta vez iba como voluntario, pero cuando había solicitado la vivienda de emergencia pasaba miserias. La lluvia lo despertaba porque le caía en la cara y sabe de frío en los huesos desde pequeño. Cuando la madre no tenía trabajo tenían que racionar el arroz, y pasó mucho tiempo sin probar carne. A los ocho años comenzó a trabajar ayudando a su padrastro porque necesitaban comer.

Afortunadamente ahora están en una mejor situación. Me quedé admirada de su desapego con los bienes materiales y de su visión. "Si yo me tengo que ir a estudiar a otro país me voy, y no tengo que andar preocupándome de que me roben", sonreía como si fuera algo obvio que el resto de los mortales no entendía. "Creo que es más productivo si gano dinero para mejorar como ser humano, estudiar, viajar, aprender y cambiar la sociedad". Y se preguntaba: "¿por qué se preocupan por cosas? ¿no ven que no nos dejan disfrutar tranquilos?". Y seguimos escuchando sin interrumpir.

Me visualizo su cara risueña, típica de un jovencito que tiene ganas de comerse el mundo. Ahora está en 3º del colegio y tiene notas excelentes. Hoy llamé a su madre a las 21.15 y el niño ya estaba durmiendo porque al otro día tenía que estar en pie antes de las 6 de la mañana para ir al colegio. Me miraría con la típica mirada de adolescente como diciendo "¿niño me decís a mí?"