sábado, 20 de junio de 2009

Nachspeise de recuerdos


Tilla me esperaba en su apartamento con un delicioso Nachspeise (budín), con nueces y dulce de Guayaba. Nos sentamos a tomar el café en tazas y platos de porcelana, como dos damas inglesas.
-Tilla, ¿es verdad que te casaste a los nueve días de noviazgo? - No podía creerlo-.

Tilla es una abuelita alemana que se vino muy joven de su país. Ella se casó con un joven polaco-judío intelectual, de quien se enamoró perdidamente cuando lo conoció.
La II Guerra la había hecho madurar. A ambos. Los dos hermanos de Tilla murieron en la guerra, y cuando ésta finalizó, el pueblo alemán cargaba la culpa sobre sus hombros.
-¿Sabes muchacha? Yo creo que era una inconsciente -sonríe nostálgica-. Pero los dos estábamos seguros de que queríamos dejar el pasado atrás. Tanta muerte... nosotros apostamos a construir un futuro. Y a construir la comunidad alemana en Uruguay.

Nueve días... creo que pude entenderla, no lo sé. Tal vez nunca lo sabré. Ella sólo necesitó nueve días para darse cuenta de que él era el hombre de su vida. De que quería recuperar la dignidad de su país, y una comunidad nueva.
-Esos tiempos... a los 20 años me hicieron ver las cosas muy claro -decía mientras tomaba otro sorbo de café-.
La vista desde el ventanal era impecable. Se veía el agua y atrás toda la ciudad. Esa ciudad donde construyeron su vida juntos, donde depositaron todas sus esperanzas. Me dijo que me iba a regalar una de las novelas que escribió su esposo. Estoy ansiosa por leerla.