jueves, 8 de febrero de 2007

PUNTUALIDAD URUGUAYA

Siempre me pregunté por qué a la gente le cuesta tanto encontrarse. La hora la vemos todos y es muy difícil que las personas tengan los relojes ajustados a distinta hora. El sábado tuve un casamiento. La invitación para la ceremonia era a las 21 horas y pedía puntualidad. “Si lo piden, me esforzaré para ser puntual”, me dije. Y claro que lo fui; como "puntual uruguaya" estaba 21:10. Más que puntual. A pesar de ello con suerte conseguí asiento en la última fila. Miro y adelante estaban las abuelas y las tías viejas, abanicándose, hombres y mujeres mayores. Conversaban de forma distendida, algunas se abanicaban con finos abanicos de madera tallada y perfumada. Otras suspiraban aburridas de esperar la llegada de la novia. Supuse por esto y por la humedad de sus rostros -el calor era sofocante- que habían llegado con más de media hora de antelación.
A continuación estaban sentadas las amigas íntimas y otros allegados jóvenes como las primas y alguna tía y las parejas de ellas. Abarcaban casi hasta las últimas filas. Sí, las típicas "cinco minutos antes"; entre ellas vi a Paula. Yo había quedado de encontrarme con ella a las 21 en punto en la esquina de la plaza que está enfrente a la Iglesia. La saludé y me miró con esa expresión que tan bien conozco de "qué raro, siempre tarde vos". Sonreí y pensé que era muy probable que cada uno de los que estaba en el casamiento pensaba para sus adentros que "había sido puntual". Es verdad, cada uno tiene su forma de ser puntual. Cuando el Coro Internacional, o el Ballet Folklórico Municipal actúan en el Solís, ¿cuándo empiezan en hora? Lo mismo el cine, las reuniones, las charlas al público entre otras. Los que actúan en el teatro finalizan los preparativos justo a la hora que comienza el espectáculo. Mientras el presentador ordena sus papeles y prueba el micrófono el espectáculo empieza diez minutos tarde. ¡Y qué mejor forma de aprovechar el tiempo es llegar justo en hora! ¡Hasta los bebés cuando nacen son impuntuales! La madre tiene que ir de apuro al sanatorio o volverse porque el mozo no nace hoy.
La novia llega tarde porque la peluquera le deja una hora a la maquilladora. De esa hora la maquilladora le deja quince minutos a la modista para los últimos retoques del vestido, y la novia está pronta a las 21 horas. Claro, nadie pensó en el chofer para que llegue en hora a la Iglesia. "Es natural, la gente sabe que la novia llega tarde", dijo la maquilladora cuando el chofer la miró con cara de malas pulgas. "Lo importante es asegurarse de que el novio la esté esperando".
Por supuesto está aquel que es el que mejor prevé la situación. Está aquel "impuntual novia" que llega dos minutos antes que ella. Se queda parado al lado de la puerta por supuesto, porque los asientos están ocupados y una cantidad de gente parada les sucede hasta donde está él -o ella-. Pero ¡ojo!, no se pierde de nada; ve la entrada de la aguardada dama y ve la ceremonia entera porque como no había lugar en los costados se quedó en el medio. Así llegó mi padre, que fue el más indicado para contar los detalles de la boda. La novia llegó 21:30, unos pasos detrás de él.
Alguien se preguntará si no está el que respeta el reloj, aquel que llega a las 21, con puntualidad inglesa. "Paa... debe de existir en Inglaterra. Acá en Uruguay estamos fritos", me dijo Paula cuando le comenté sobre mis cavilaciones sobre la puntualidad de cada uno. Yo siempre llego diez minutos tarde y nunca reconocí mi impuntualidad. Mi padre tampoco lo hace. Paula menos que menos, y las abuelas del casamiento están convencidas que hay que llegar a tiempo en esta vida para conseguir un lugar. El problema se da si un día que concretemos un encuentro, yo pienso como Paula y ella, como yo. Los quince minutos se mantienen, y el desencuentro se produce igual. Sí, los uruguayos somos impuntuales de alguna u otra forma. En el exterior se nos conoce por el mate, las tortas fritas y por la impuntualidad. El presidente parece que quiere cambiar la imagen que se tiene de los uruguayos en el exterior. Ha sido puntual acá en Uruguay en los actos y en las reuniones, y no "puntual uruguayo", sino "puntual inglés".
Para morirnos también están los "impuntual abuela" y los "impuntual novia". En esta situación sería bueno si somos "puntual uruguayo", porque la gente se prepara para lo que va a pasar. Todos saben que el "puntual uruguayo" está llegando, pero lo hace relativamente a tiempo. Para decir a tiempo lo que debemos decir, para que nos tomen un examen que estudiamos poco, cuando el tráfico mata, cuando nos dormimos y perdemos el ómnibus… ahí es cuando valoramos "la puntualidad uruguaya". Las personas se preparan para que llegue pero están seguras de que va a llegar. Los uruguayos somos puntuales... a nuestra manera, pero somos puntuales.