viernes, 11 de abril de 2008

Pica!


La vecina de enfrente fisgoneaba. No había perdido la costumbre, desde que tengo conciencia nos fisgonea a todo el vecindario. Y barre la vereda a las siete de la mañana (esto merece otra anécdota). Me había olvidado después de tantos años de no verla entre semana. Antes de salir de casa, miro en dirección a su ventana y la saludo. ¡Pica! La pillé nuevamente, escondida tras la cortina, mirando a través del vidrio de las puertas de mi casa. Era miércoles. Y yo estaba en San José. Ella se había olvidado de que hasta hace seis años atrás me encantaba pescarla en su tarea de Sherlock Holmes comunitaria.
¡Helou, nos vemos de nuevo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

es una costumbre de todo pueblo chico del interior del país,la practican sobre todo las mujeres mayores,señoras de su casa,es decir
que no realizan un trabajo remunerado de 8 horas o más.Pienso que es una manera de "vivir" las vidas de los demás,entretenerse,pasar el rato,matar el aburrimiento de la propia existencia.cbg