miércoles, 5 de enero de 2011

Un año en Chile

Hoy hace un año que estoy viviendo en Chile. Pienso que el 2010 fue un año espléndido en lo personal. Me vine el 6 de enero a Chile, de intercambio por 15 meses. Fue todo nuevo para mí, lleno de vivencias increíbles, pasé por momentos tristes, conocí personas encantadoras. Sonreí: había descubierto el mundo, me sentía una ciudadana global. Pude experimentar por mí misma lo que mis queridos extranjeros vivieron en Uruguay en el 2009. Sé que puedo viajar y visitarlos, y conocer lugares nuevos, sus familias, sus países, sus raíces. Me di cuenta de que hay gente bonita en todos lados, y que tendremos problemas, pero que de nuestra actitud depende que seamos felices.
Se me termina la práctica en Chile en abril. ¿Señal de volver? Se me dibujó la rambla montevideana, el sonido de las olas, el viento constante, la gente amable y escandalosa, riendose sin causa. La tranquilidad, mi familia, los asados, los bailes con chicos altos y cancheros que te invitan a bailar. Sentí que quería volver a Uruguay, pero que aún no era hora. Sentí que Chile me pedía que me quedara un tiempo más, que aún tenía cosas para dar aquí, y que aún tenía sorpresas gratas para darme. Aunque me di cuenta de que Chile no es mi país. Mi destino es seguir camino, queda mucho por recorrer.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

querida nati: cuánta reflexión producto de la lejanía de lo conocido! cuánta madurez comprimida en un año cargado de vivencias singulares,interesantes! cuántas situaciones para resolver! y sobre todo cuánta gente linda que contribuye a tu bienestar y alegría!!Claro que el 2010 fue un año de conocer y conocer,reír y llorar,en resumen aprender a vivir.cbg

Maida dijo...

Chile no es tu país de origen, pero definitivamente tu sabes apropiarte de las cosas, con tu felicidad inundas los lugares, tu risa hace eco en todas pertes.
esta chilena quiere que te quedes por un tiempo màs.
te quiero!

Natilla dijo...

Gracias por los comentarios a ambas! Con ustedes he aprendido a vivir también, gracias por estar conmigo. Abrazo!!

Anónimo dijo...

¡Qué reconfortante es que te aprecien por la madurez que te conduce a la entrega desinteresada y por la alegría que irradiás, que te hace sentir aceptada! RH